
(…) Movilización universal en anchura y profundidad de todos los laicos bautizados. Mar sin riberas, con horizontes dilatados, casi infinitos. Nadie puede permanecer al margen. Y menos, la juventud, que irrumpe en la vida con ansias renovadoras. Padres, maestros, educadores, profesionales, sacerdotes, son los principales y más inmediatos responsables. No pueden limitarse ellos a ponerse en marcha. Deber primordial suyo es impulsar en los jóvenes, ya desde niños, esta movilización misionera del laicado a escala mundial.
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